Alerta máxima entre la industria electrointensiva, el sector alimentario, la logística y en la construcción, entre otras actividades. La cuarta jornada de paro indefinido en el transporte de mercancías por carretera y los altos costes de la energía han paralizado fábricas, dificultan la llegada de productos a mercados y lineales de los súper y amenazan con el desabastecimiento de materiales básicos, como el acero o el cemento, en las obras. Los ganaderos comienzan a carecer de piensos para los animales y faltan cisternas para sacar la producción de leche.
Son solo algunos de los efectos derivados de la creciente inflación, desbocada desde el año pasado, y la incertidumbre creada por la invasión rusa de Ucrania, con impacto directo en los precios de la luz, el gas y los combustibles.
La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, elevó ayer el tono crítico y se refirió a los paros promovidos por la minoritaria Plataforma en Defensa del Sector del Transporte, y la acción de determinados piquetes, como un chantaje, con actos de sabotaje y boicot. También aseveró que es la ultraderecha quien está detrás de esta crisis en las carreteras.
Un extremo que fue rechazado por el presidente de la plataforma, Manuel Hernández, quien se quejó de que se pusieran etiquetas ideológicas a las reivindicaciones del colectivo.
Los cortes de carretera, en protesta por el precio de los combustibles, se repitieron ayer en el entorno de nodos logísticos e industriales, pero fueron a menos los actos vandálicos de piquetes ante la mayor presencia policial. Con todo, la patronal de la logística UNO exige mayores garantías de seguridad.
La cadena de suministros y toda la industria urgen al Gobierno una actuación de urgencia. Y un primer paso se dio ayer en el Congreso de los Diputados con la convalidación del real decreto ley de medidas para la mejora de la sostenibilidad del transporte de mercancías por carretera y del funcionamiento de la cadena logística.
La norma incluye la revisión obligatoria de los contratos de transporte de mercancías para compensar subidas en el gasoil desde el momento de la contratación hasta la realización efectiva del transporte. También recoge, entre otras iniciativas pactadas con el sector del transporte, la prohibición de que los conductores participen en las operaciones de carga y descarga de la mercancía y soportes.
Estos pasos han mantenido en calma en las últimas semanas a las grandes asociaciones de transportistas, aglutinadas en la CNTC.
Estrangulada por el taponamiento de importantes rutas de abastecimiento, la industria denunció ayer graves problemas. La Alianza por la Competitividad de la Industria Española, constituida por Anfac (automoción), AOP (refino), Aspapel (papel), Feique (química y farmacia), FIAB (alimentación y bebidas), Oficemen (cemento) y Unesid (siderurgia), describió “la imposibilidad material de acceso a puertos y fábricas, y acciones de sabotaje”. El colectivo advierte de que la derivada podría ser “la paralización de la industria y la distribución de productos esenciales a los ciudadanos”.
A pie de calle
La tensión también es patente en el gran consumo y la distribución alimentaria, que comprueba cómo los lineales y los mostradores de los supermercados empiezan a carecer de determinados productos. Sobre todo, frescos o lácteos, uno de los ámbitos más presionados por el carácter perecedero de los mismos.
El sector llama a la calma y descarta un desabastecimiento generalizado, pero sí se reconocen dificultades en determinadas zonas, como Cataluña, Galicia, Asturias o parte de Extremadura.
“La situación es desigual, pero todos los problemas significativos están siendo provocados por actuaciones violentas”, explica a Cinco Días Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, la asociación que reúne a más del 70% de la superficie de supermercados en España, entre ellos Mercadona, Dia o Lidl. “El producto está y los proveedores lo tienen a disposición de los distribuidores. Es un problema de violencia, exclusivamente. No hay ningún problema de abastecimiento más que en casos y zonas concretas”.
Desde Lidl se apunta que la huelga está “afectando al buen funcionamiento de la cadena de suministro”. En su caso, con impacto en las plataformas logísticas de Narón (Galicia), Málaga y Dos Hermanas (Sevilla), donde las concentraciones impiden entrar y salir a los camiones, “con la consecuente afectación a parte de nuestra red de tiendas”.
Misma situación en otro de los operadores del sector, Aldi, desde donde explican que la situación “puede provocar faltas puntuales de productos en algunas tiendas de las zonas más afectadas por las movilizaciones”.